
Seguramente conoceréis las de
tipo “estándar”, que son las que se pueden encontrar en cualquier sexshop.
Consisten en dos bolas unidas (de unos 3 a 4 centímetros) y un cordón. El interior de cada bola está
compuesto de otra bola mucho más pequeña y más pesada, la cual nos generará un
efecto vibratorio gracias al movimiento que genera.
Mediante un ejercicio progresivo,
sirven para fortalecer el suelo pélvico, nos producen sensaciones bastante
placenteras y además mejora nuestra vida sexual.
Es muy importante esterilizarlas unos
diez minutos en agua hirviendo, antes del primer uso. Y cada vez que las vayas
a usar, lávalas con agua y jabón neutro. ¡Recuerda que tus manos deben de estar
siempre limpias!
A la hora de colocarlas, le
pondremos un poco de lubricante en la primera bola para que puedan entrar
fácilmente. Nos colocaremos en una postura lo más cómoda posible. Podéis estar tranquilas,
aunque parezca que se vayan a caer nosotras mismas tenemos un automecanismo de
forma inconsciente que hace que contraemos el músculo para evitarlo y así es
como lo fortalecemos. Podéis usarlas en cualquier momento.
Al principio usarlas unos 15
minutos las dos primeras semanas. Si tenéis agujetas, tranquilas, un par de
días sin usarlas y luego otra vez. Al final vuestra vagina se acostumbrará.
Como dato curioso, os diremos que
su historia, su origen y método de fabricación varía según donde nos
encontremos. Uno de los mitos es que se cree que son japonesas (no chinas como
todos pensamos) y fueron creadas por un emperador que poseía un número bastante
elevado concubinas y tenía poco tiempo para los juegos preliminares.
Esperamos que estos consejos os sirvan.